“Mientras Descartes se arrodillaba frente a Nuestra Señora de Loreto para darle gracias por haberle guiado hacia la evidencia racional como único método para distinguir lo verdadero de lo falso, en Gran Bretaña se gestaba un movimiento filosófico cuyo destino sería devolver a la filosofía buena parte de la sensatez que había perdido a lo largo de los siglos en la que se había visto obligada a ser la chacha de la teología.
Se trata del empirismo, un modo de hacer filosofía del que se ha dicho que es tan inconfundiblemente práctico como el té de las cinco, cuya característica principal es considerar que el conocimiento se origina en los sentidos. O sea, justo lo contrario de lo que pensaba Descartes”.
La leyenda dorada de la Filosofía. Francisco Giménez. Edit. Libertaria.1997
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