Es bien conocida la célebre metáfora kantiana que ilustra el mecanismo de nuestra insociable sociabilidad. Los árboles crecen en un bosque derechos y erguidos, al verse obligados a buscar por encima de sus congéneres el sol que precisan, en lugar de retorcerse sobre sí mismos y encorvar caprichosamente sus ramas como hacen los troncos aislados.
Los hombres al decidir vivir juntos, según un sistema de organización social determinado (Kant propone un sistema republicano), lograrán de mejor forma la posibilidad de una paz para siempre (perpetua) al tener intereres comunes, no así si viven en un estado de perpetua incertidumbre.
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